De excursión al Mantis (Joe)

Hace un día el Jefe de estudios Sr. Laritate nos había anunciando a los de último y penúltimo curso que iríamos de "excursión" a Nueva Jersey. Qué apasionante...
Nuestro instituto tenía un partido contra el Horace Mantis, pero yo no quería aparecer por ahí. Había intentado convencer a mi madre de quedarme en casa, pero sólo me dejaba con la condición de quedarme en casa de la abuela por parte de mi padre y ni de coña. Además, muy a mi pesar, Justin también venía, así que iba a tener al "majísimo" de mi hermano vigilandome. ¡Mierda!
Todos habían ido entrando al gimnasio donde íbamos a hacer juegos colectivos después del partido y, como el deporte no era para nada lo mío, es más, me iba más el soffing y ese rollo, había decidido escabullirme a lo serpiente. Lástima que había mucha gente y no podía usar la magia...
Iba vestida con mi look personal y tenía la varita metida en un costado de la bota, como guardaban las navajas los piratas en la Edad Media. Oh, no me lo puedo creer, acabo de mencionar algo de historia cuyo dato no recordé ni en el examen en el que saqué 3,2...
Al salir del gimnasio, cerré la puerta tras mis espaldas y comencé a caminar por el instituto con los cascos (sí, sí, cascos, y no auriculares, ¿quería llamar la atención? Pues toma taza y media, jefe) y la música a tope. Bah, si me pillaban sólo me volverían a castigar, no pasaría nada más que eso.

Aquel día habíamos perdido la clase de Filosofía por un partido del Horace Mantis y la verdad es que yo encantado, mientras pudiese desaprovechar mis neuronas en mirarme al espejo, todo estaba guay.
Solo había un inconveniente; no nos dejaban la hora libre y teníamos que hacer juegos con los del otro instituto. Kevin tenía acceso directo a las animadoras de nuestro instituto, pero no a las del contrario, aunque tampoco me apetecía demasiado; se habían puesto locas en cuanto habían visto a JONAS. No confundir, me gusta que se fijen en mí, no que me follen a gritos... Eso no mola nada.
Nick no quería faltar al partido, Kevin tenía que animar y Stella estaba enfadada conmigo por haberle manchado "accidentalmente" uno de sus conjuntos que tanto le había costado hacer, así que me tocó pringar a mí solo y fugarme con sigilo, cerrando la puerta tras de mí y caminando de espaldas mientras intentaba que no me viese algún profesor, y mucho menos una de las locas con pompón.

Caminaba por los pasillos totalmente perdida, pero no me importaba, las vistas no eran malas... Habían pocos chicos, pero eran más guapos que mi hermano, que lo tenía que ver todos los días... Si yo viniera a este instituto, no me importaría madrugar para ello.
Hubo un momento en el que, al cruzar un pasillo, vi al Sr. Laritate hablando con algún profesor del colegio Mantis y paré, escondiéndome en la esquina y mirando de reojo.
Entrecerré los ojos y me puse a pensar... Si hubiera una manera de irme de allí sin que nadie se diera cuenta...
Sonreí ante mi propio pensamiento y saqué lentamente de mi bota mi varita de madera, andando de espaldas para hacer el hechizo en algún lugar más alejado, la magia requería tiempo y espacio, sobretodo espacio... No era la primera vez que me llamaban la atención "por estar apagando y encendiendo las luces" de los lavabos de las chicas...
Cuando abrí la boca para conjurar el hechizo, me asusté al notar que alguien se había chocado contra mis espaldas y me giré automáticamente.

Observé con satisfacción que nadie se había percatado de mi ausencia, así que sonreí para mis adentros y me dispuse a cruzar los brazos con chulería, apoyándome en una taquilla, pero antes de poder realizar aquello, mi espalda se chocó con algo, y al darme la vuelta no tardé en darme cuenta de que había sido con otra persona.
-¡Eh, ten cuidado de por donde...-empecé diciendo con el ceño fruncido al voltearme, pero relajé la expresión parpadeando cuando vi a una chica de estatura más o menos baja, muy guapa. No la había visto por allí nunca... Mierda, sería del otro instituto.-vas!
Chasqueé la lengua por lo bajo y me preparé para salir corriendo en cuanto gritase mi nombre. En sus marcas; tres, dos, uno...

Hice una mueca y chasqueé la lengua con fastidio, rodando los ojos y llevando con rapidez la varita tras mi espalda. Aunque, bueno, seguro que quien me viera con ella pensaría que sería un palo nada más y que estaba jugando a Harry Potter, vete tú a saber.
-¡Cállate! -dije nada más oír su voz, sin preocuparme por mirarlo y mirando por la esquina, asomándome.
Ahí seguíe el Sr. Laritate... Con su traje country tan-tan ranchero... Entrecerré los ojos como si estuviera localizando al enemigo para disparar, pero me volví a esconder al tener la sensación que miraban para aquí.
Escuché unas despedidas y luego unos pasos. Cerré los ojos con fuerza me los tapé con mi mano libre, pero abrí mis dedos para dejar visible uno de mis ojos y abrirlo lentamente.
Nada... No me habían pillado. Aquello me hizo suspirar y guardar, sin preocuparme por lo que dijera la persona con la que me había chocado, la varita en mi bota, alzando la cabeza hacia el chico y abriendo los ojos como platos con las cejas alzadas al darme cuenta de quién era...
-Guau -dije simplemente, frunciendo el ceño y chasqueando los dedos frente a mí, moviéndolos de izquierda a derecha y haciendo gestos raros con la cara, hasta acabar pellizcándome y volviendo a mirar a Joe Lucas-... Eres Joe Lucas... Sí, joer, sí... Ese chico de la banda Jonas... -fruncí el ceño, asintiendo con la cabeza y llevando mis manos a mi cintura como una vieja mirando la obra y diciendo "Ay, estos jóvenes que no saben hacer nada... Uy, qué rapido pasa el tiempo... ¡Mira un pajaro!"- Por cierto, ¿a qué viene ese nombre? -hice un gesto restándole importancia, como espantando moscas- Bah, es igual, no tengo tiempo. Coincidencias de la vida, supongo. Me alegro de que Harper no estuviera aquí en lugar de yo -reí entre dientes-. Te habría dejado KO. ¡Ay! -dije al recordar qué debía hacer- Cierto, yo me voy. Ala, adiós -me despedí girando sobre mis propios pies y caminando casi como una espía que estaba allí de incógnito.

Fruncí aún más el ceño cuando aquella chica, en vez de chillar y arrancarme las ropas en la que tanto tiempo había invertido Stella, había pasado de mi culo como si fuese el culo de cualquiera. ¿WTF? Eso había herido mi orgullo. Mi culo no era un culo cualquiera, era el preciado trasero del mediano de los Lucas y el más apuesto... Bueno, quizá me estaba pasando. Bah, a quién quería engañar, estaba siendo demasiado modesto.
El hecho de que me hubiera ignorado de aquella manera me extrañó e incrementó mi curiosidad hacia ella, así que como si fuese una mosca alrededor de la miel, la seguí de cerca, observando que parecía que estaba huyendo de la justicia por haber robado un pin o algo así. Me metí las manos en los bolsillos y sonreí divertido, esperando que estuviese lo suficientemente desprevenida para inclinarme a ella y decirle:
-En realidad nos llamamos así por la calle en la que vivimos, la calle Jonas.

Me sobresalté al escuchar la voz de Joe cerca de mí. Por un momento llegué a pensar que el Sr. Laritate me había pillado y me daría una semana extra de castigo... De hecho casi se me calleron los cascos de las manos, los tuve que sostener de una manera muy cómica pues habían botado unas cinco veces en mis manos y se habían quedado colgando del cable.
Lo miré con una ceja alzada y luego fruncí el ceño, asintiendo leeeeentamente, de esas maneras tan lentas en la que asentía cuando no me interesaba algo, cuando me parecía algo verdaderamente absurdo o, cuando no entendía absolutamente nada. Bueno, no. Miento. Cuando no entendía nada lo mejor que hacía era quedarme callada y mirar hacia todos los lados.
-Ah, muy... ingenioso -dije sonriendo de una manera algo falsa, colgándome los cascos del cuello-. Yo no tengo una banda ni vivo en una residencia de bomberos, bombería, o como se diga. Yo tengo una bocatería. Bueno, la tienen mis padres. La más famosa de Waverly Place -hice una mueca algo engañosa una vez más-. Lástima que no sea nada admirable como un grupo de música... Bueno, me es igual, tengo cosas más importantes que hacer que llevar un bar de bocatas o hacer música -sonreí ante mis propios pensamientos de una forma algo sospechosa.

Arqueé una ceja mientras ella me seguía contando, asintiendo con la cabeza y diciendo un ligero "ajá..." con la boca medio abierta, pero a diferencia de ella mi asentimiento no era de desinterés, sino de desorientación absoluta.
-Qué... bien.-dije alzando las cejas e intentando esbozar una sonrisa, como diciendo "No sé, ¿qué hago? ¿Me río o me enfado?". Carraspeé y sacudí un momento la cabeza, saliendo del trance. Decidí cambiarle de tema, puesto que no me había enterado de media misa. Algo de unos bocatas de bomberos y unos bombones de Waverly Place... ¿no?-Y bueno, ¿eres del instituto que ha venido de Nueva York? No te había visto por aquí.-Sí, típico saludo tópico de relleno. Se notaba que era neoyorkina, todos raros...

Salí de mi trance y alcé las cejas aún sonriendo con diversión.
-Claaaaro. Bueno, no. Técnicamente no soy de Nueva York, sino de México -fruncí el ceño, me vino una imagen algo... desorientante... de mi madre vestida de mariachi... Brrr... Mejor no darle más vueltas al tema-. En fin, sí, soy de Waverly Place -extendí los brazos y me señalé con los dedos índices, como diciendo: "Aquí estoy yo"-. Y... No debería estar aquí. Al igual que, si no debes de tener clase tú tampoco deberías estar aquí... -entrecerré los ojos, mirándolo de forma sospechosa y alcé la mano abierta para chocar los cinco y reír entre dientes- Vaya, qué tío, te estás escaqueando -reí entre dientes y, al ver que no chocaba, le di un puñetazo leve en el brazo, pero desvanecí mi sonrisa automáticamente... Era algo... bipolar, a veces...- Bueno, pues... Sigue tu camino sólo. No quiero que me pillen por tu culpa, tendré una semana más de castigo, y un mes sin recreo no favorece a nadie.
Volví a girarme para seguir huyendo, pero, no me di cuenta que me acercaba más y más al gimnasio.

Alcé las cejas cuando me dijo aquello, fastidiado. ¿Cómo que o quería que la castigasen por mi culpa? Sabía escaquearme de las situaciones, yo era un malote, un rebelde, un... Vale, solo me habían castigado una vez... Y de malote nada, pero había estado sobreviviendo un año entero a bajar la basura intentando que no me cogiesen las fans corriendo a 200 kilómetros segundo, con lo que sabía escapar de algunas situaciones... Algo era algo, ¿no?
Sonreí divertido cuando me fijé en el que iba mal desencaminada respecto a su intento de huída, por lo que me metí las manos en los bolsillos y dije:
-No te recomendaría que tirases por ahí... A no ser que quieras volver al gimnasio a que te peguen pelotazos una panda de colgados, claro.

Me paré cuando dijo aquello y alcé una ceja, mirándolo con un rostro neutral y frunciendo acto seguido el ceño, lentamente, como si estuviera empanada y estaba asimilando las palabras una a una.
Acabé sonriendo con ironía y reí entre dientes.
-Oh, en realidad, iba a dar un rodeo -dije girándome y caminando a rumbo contrario, mirándolo de arriba a abajo mientras andaba a zancadas medianas-. Además, aunque me pillaran podría salir de aquella, créeme -esta vez fruncí el ceño, orgullosa y segura de mí misma-. Y... Bueno... ¿Qué más te da? ¿No deberías estar haciendo deberes con ese uniforme tan pijo de escuela privada? O... ¿No deberías estar haciendo cosas de una banda como... cosas solidarias y autógrafos y photocalls y todo eso? -le hice un gesto, como si intentara ahuyentar a un perro de forma patética-. De verdad que como me pille el Sr. Laritate diré que me has entretenido mientras iba rumbo al baño.

Seguí con las manos en los bolsillos, sin perder la sonrisa divertida, aunque mi orgullo estaba un poco herido por dentro. ¡Eh, que Stella me había modificado el uniforme a medida y todo! Aunque la verdad es que de todas maneras seguía siendo muy repolludo... Pero era lo que había, hasta que no acababan las clases no me lo podía quitar, no era mi culpa...
Alcé las cejas cuando hizo aquel gesto de ahuyentar perros, riéndome entre dientes.
-Y yo diré en mi defensa que te entretenía porque lo que querías era entrar en el baño de los chicos.-dije acentuando la última palabra, inclinándome como si le estuviera diciendo algo confidencial, victorioso.

Alcé las cejas mirándolo determinadamente, pensando seriamente en lo que había hecho, de brazos cruzados y acabé encogiendo los hombros y poniendo los ojos en blanco.
-Ah, bueno, no es ninguna novedad -dije, refiriéndome a lo del baño de los chicos, sonriendo de pronto del mismo modo que él y acercando mi rostro al suyo, desafiante, con los ojos entrecerrados.
No me pude inclinar a su altura, era alto, a mi pesar... Así que me puse de puntillas, sin perder la compostura y la superioridad, sonriendo divertida.
-No me tienes, Lucas -enfaticé su apellido, al igual que él había enfatizado "Baño-de-los-chicos"- Podría convertirte si quisiera en un hombre lobo. Mi hermano lo hizo y tengo la práctica... Créeme -sonreí y luego fruncí el ceño- Bueno, es el mundo del carnaval... Todo es... posible...
WTF?

Le sostuve la mirada a la chica cruzándome de brazos como ella y entrecerrando los ojos. Estaba todo tan normal... Hasta que dijo aquello último. Levanté las cejas y abrí gradualmente los ojos, con cara de entre gilipollas y pagar hacienda, la hipoteca y todo lo demás de golpe. Asentí lentamente con la cabeza, casi asustándome.
-Claaaaaro...-dije arrastrando las palabras y parpadeé una vez, desviando la mirada.-Y dime... ¿Todos los neoyorkinos sois así? Porque entonces ya me explico eso de que la gente no quiera volver a la ciudad sin una pistola de defensa.-Fruncí el ceño, levantando una mano a lo "Stop".-Creo que ya he escuchado demasiadas extravagancias por el momento.-dije haciendo ademán de irme.

Fruncí el ceño, cogiéndole del brazo y mirándolo con una ceja alzada y un rostro algo frívolo.
-¿No me crées? Já. Te lo demostraría, pero me da que no... Te sorprendería la de cosas que puedo hacer y lo sabia que soy -sonreí con superioridad, cruzándome de brazos, pero desvaneciendo poco a poco la sonrisa-. Bueno, puede que lo segundo no tanto... Pero no me trates como una tonta que de eso no tengo ni un pelo, ¿eh? Además, no sé si prefiero vivir de extravagancias o de fama y dinero y no de diversión -rodé los ojos.

Volví a meterme las manos en los bolsillos, como no, aunque una la dejé el suficiente tiempo como para señalarla y chasquear los dedos, en gesto de poca importancia, alzando las cejas.
-Eres un poco bocazas, chica. Si supieses de lo que hablas, sabrías que dinero, fama y Joe Lucas...-tiré un momento del cuello de mi camisa con chulería, sonriendo de lado y encogiéndome de hombros.-Van ligados con diversión. Y lo de tratarte como una tonta... Habría que discutirlo.-sonreí intentando no reírme, victorioso.

Entrecerré los ojos y lo miré con una ceja y una mueca algo asqueada, de arriba a abajo, como diciendo...
-Y tú eres un chulo, altanero, jactancioso, chuleta, farolero, soberbio, rufián, sinvergüenza, presumido, fardón, fantasma y todos los sinónimos que vengan por detrás.
Parpadeé los ojos impresionada, ¿de dónde cojones había sacado yo ese vocabulario? Golpeé automáticamente mi frente con la palma de mi mano y chasqueé la lengua.
-Estúpido Justin...
Di una patada al suelo y lo miré desafiante, poniendo morritos de enfado.
-Está bien. Pide cualquier cosa y te demostraré que la puedo conseguir... -lo miré con disimulo, esperaba que no se notara- Como por arte de magia...

Alcé las cejas, sonriendo de lado, aún sin inmutarme por todo lo que me había dicho; una vez inmunizado a esos insultos, casi sonaban a halagos.
-Gracias, muchas gracias.-dije de forma irónica, aunque cuando dijo aquello último, no pude evitar mirar hacia arriba, como pensándomelo, y sonreí finalmente.
-¿A qué te refieres, a que formule una especie de deseo o algo? No creo que puedas hacerlo.-dije riéndome entre dientes de forma socarrona.

Sonreí con chulería cruzándome de brazos, alzando una ceja y mirándolo, retante.
-¿Tienes miedo de no tener la razón, Lucas? -pregunté, entrecerrando los ojos.

Finalmente reí entre dientes, pensativo.
-Muy bien, pues haz... No sé...-alcé las cejas, inflé las mejillas, pensando, y extendí los brazos, encogiéndome de hombros.-Haz aparecer un dinosaurio molón... O una nutria tocando la trompeta, eso le molaría a mi hermano Kevin que no veas.-bromeé quedándome con ella, con una sonrisa burlona.

Alcé las cejas.
-Sé realista, Joe. No puedo hacer aparecer un dinosaurio, ya extinguieron -puse cara burlona-. ¡Hasta yo sé eso! ¿Quién crees que soy? ¿Oprah?
Rodé los ojos y me puse seria al escuchar al Sr. Laritate y a un profesor de la estancia y, al verlos a lo lejos, abrí mucho los ojos y eché a correr arrastrando a Joe en sentido figurado por la corbata. Fui abriendo puertas al azar:
-No, no, no... ¡Esta! -dije al abrir un escobero que se podía cerrar con pestillo por dentro, entrando y empujándolo dentro a Joe.
Cerré la puerta casi de golpe y me quedé callada, a oscuras, casi podía notar su respiración. Brrr... Qué escalofrío...

Rodé los ojos. Como suponía, estaba de coña, así que no me extrañó demasiado su negativa, aunque sí su repentino agarre, arrastrándome literalmente hasta un escobero. Me pegué entre la pared y su cuerpo, a oscuras, notando su respiración. No pude evitar bufar por lo bajo de forma divertida.
-Bonito picadero improvisado...-bromeé torciendo la sonrisa. Intenté moverme, pero nada...-Ah, y por cierto, no creas que por esto voy a olvidar que me has engañado.-dije burlón, intentando que mis pupilas se adaptasen a la luz.

Entrecerré los ojos y le di un codazo en las costillas para que se callara, riendo entre dientes como si nada.
-Ups, lo siento, culpa mía... -murmuré con una ironía demasiado notada...
Alcé una de mis manos hacia arriba y anduve en el poco espacio a ciegas hasta que conseguí encender una bombilla que colgaba del techo, pudiendo así ver a Joe.
Lo miré ceñuda y con los ojos entrecerrados.
-¿Qué miras?

Bufé conteniendo un segundo la respiración tras el golpe, frotándome la zona y frunciendo el ceño.
-Nada, no pasa nada, ha sido un "accidente"-ironicé mientras notaba que se revolvía en su sitio. ¿Qué estaba haciendo? Intenté orientar la mirada, aunque no supe adónde estaba mirando hasta que encendió la luz, dándome cuenta de que mi mirada se había posado sin querer en el escote de la chica. Alcé las cejas. Era tan notas que sabía qué zonas interesantes tenía que mirar hasta a oscuaras. ¡Ole mis huevos!
Parpadeé desviando la mirada hacia sus ojos, frunciendo el ceño.
-Nada, creí que tenías la cara ahí abajo.-bromeé sonriendo de lado, divertido.

Rei entre dientes de una manera algo exagerada e irónica, rodando los ojos.
-¡Qué gracioso, Joe! ¡Por un momento he llegado a pensar que te estabas metiendo con mi estatura! Ja-ja... ¡Mira cómo me río! -automáticamente desvanecí mi sonrisa y suspiré, subiéndome a una caja para sentarme en ella hasta que el Sr. Laritate pasara junto con aquel señor; pero no me di cuenta que la varita salía peligrosamente de mi bota...